miércoles, julio 30, 2014

¡¡¡100.000!!!


Conseguir las primeras 100.000 páginas vistas en el blog me ha costado 8 años y más de 500 posts. Esa cifra la consigue Paquirrín con sólo colgar una selfie del pezón en mitad de su torso depilado.
La vida siempre se encarga de poner a cada uno en su sitio.

lunes, julio 28, 2014

EXHIBICIÓN AÉREA


Uno escucha "exhibición aérea" y lo primero que se le viene a la cabeza es una muestra de los distintos tipos de aire. 

Y espera ver revueltas las arenas de la playa con un tornado que pavonee impúdico toda su potencia cónica y vertiginosa succionando con su trompa casetas y bañistas. Y el espectáculo de un huracán exótico y tropical que despeine y tumbe las palmeras en el muelle. O el ventarrón de una galerna del Cantábrico que hace gala de todas sus humedades e inclemencias. O esa ráfaga de brisa huérfana que se cuela silenciosa y clemente en tu habitación durante una tórrida noche de verano. 
Si la muestra se pone chusca, también son aires los gasecillos amorosos que expele un bebé sobre el hombro de su madre, o el cuesco sonoro y burlón con que nos obsequia el loco de la vía cuando nos echa en cara nuestra triste vida.

Y uno piensa en el aire frío de una mañana en la montaña y no acaba de entender que tendrá que ver con todo esto un montón de naves grises que te hacen temblar las tripas y logran espantar a todas las gaviotas.


domingo, julio 27, 2014

ART GRECÓ



Siempre que visito el Museo del Prado busco el mismo cuadro. En él se plasma el milagro de San Cosme o San Damíán, no recuerdo bien, que con los santos que van por pares te pasa como con Ortega y Gasset que nunca sabes quién es uno y quién es otro.

Los santos clásicos solían alcanzar beatitud y celebridad no por una larga vida piadosa y sacrificada sino por un punto culminante en su carrera que los diferenciaba del resto del santoral y que permitía identificarlos al primer vistazo en su iconografía. El cuadro representaba ese punto álgido: El santo milagrero y cirujano le cortaba la pierna a un negro para implantársela un blanco. 
No recuerdo bien cual era la versión que colgaba en el Prado porque a lo largo de la historia el tema fue abordado por diversos pintores cada vez más políticamente correctos. En las primeras versiones el negro aparentemente había sido privado en vida de su miembro (y miembro aquí no significa lo que estáis pensando); en las más modernas el tema se dulcifica y el negro tiene más pinta de haberla espichado (y espichado aquí no significa lo que estáis pensando) antes del trasplante.

Nunca se me logra ver de nuevo el cuadro porque la dirección del Museo lo guarda en algún oscuro almacén. Supongo que los vigilantes estaban hartos de poner orden al cachondeo que se formaba entorno al cuadro, de que la gente se hiciera selfies a la pata coja y otras bromas chuscas de peor estilo.

Defraudado por la ausencia de tamaña obra maestra me dirigí hacia los Jerónimos, no para fortalecer mis sentimientos nacionales con una homilía enfervorecida a cargo de un cura trabucaire y fascistón, sino porque los gerentes del museo han decidido crear allí un ghetto para el arte moderno y contrastarlo con la obra de un pintor que jamás logró pintar un pie como Dios y el Arzobispo mandan: El Greco. 

Os lo recomiendo, los cuadritos están muy bien y todo está muy bien pensado, muy estudiado. Lo único reprochable es que da un poco sensación de cambalache siglo XXI ♫♪♫mezclao con un Kandinsky ves un Bosco o un Pollock, un Warhol o un Miró, Picasso o un Dalí♫♪♪. Hay una encrucijada en la exposición en el que puedes ver al menos treinta cuadros sin moverte del sitio con sólo girar la cabeza 360 grados, como si fueras un buho. Todos los días, en ese punto, sacan a varios visitantes desmayados afectados por el síndrome de Stendhal. La dirección se excusa y contrataca: "No haber girado tanto para ver los cuadros, si quieren dar vueltas que se monten en un tiovivo".

Lo que no conseguí ver fue el cuadro de San Cosme, ni tampoco vi por ningún lado esta versión del caballero de la mano en el pecho de nuestro genial GIN. 



Puede que el arte moderno haya conseguido entrar en el Museo del Prado por la Puerta falsa de los Jerónimos. Pero, de momento, el humor no parece haber entrado por ningún lado.


viernes, julio 18, 2014

Fenghuang


Sé que unas inundaciones en China son un desastre natural que apenas llama la atención por mucha gente que arrastre la riada y que, aunque la noticia haya salido hoy en el telediario, no le habréis prestado mucha atención.

A Fenghuang se llega en un tren fantasma que nadie sabe cuándo sale ni de qué estación. Cuando te cansas de preguntar a taquilleras, revisores y demás ferroviarios que no se ponen de acuerdo; de consultar guías y páginas web que se contradicen, decides que es mejor tomar el autobús para no acabar en Siberia.

Un curioso autobús-cama en que los asientos han sido sustituidos por literas de tres pisos y cuyo cuarto de baño es una botella de agua que va pasando de mano en mano te deja, después de muchas horas de carreteras polvorientas, en medio de un pueblecillo pintoresco a orillas de un río.

El pueblo debe de resultar exótico hasta para los propios chinos. Hay millones de turistas locales cruzando a saltitos los puentes de piedras. El único occidental es un guiri pelirrojo con el que te cruzarás tantas veces durante todo el día que al final os acabáis saludando. El paisaje es tan fotogénico que las novias, vestidas de rojo, escogen el skyline de pagodas y casitas típicas para hacerse el reportaje de boda; le ponen caritas al fotógrafo, hacen corazoncitos con los dedos, sacan morritos e imitan las poses supermoñas de las modelos de las revistas. Son dominantes, irritables e impacientes. 

Los novios chinos en cambio, son megadóciles, hipercariñosos y ultrasumisos. Empiezan a seguir la moda koreana de vestir la ropa a juego con su pareja y es habitual ver a dos clones con suéters fucsia paseando cogiditos de la mano. Un buen novio siempre cargará con el bolso de su chica para preservar del lastre la espalda de su princesa.

Estábamos en una terraza con vistas a un paseo sobre el río. Era un extraño karaoke al aire libre en el que un chinorri se desgañitaba interpretando canciones rusas en genuino ruso con todo el sentimiento y melancolía de su alma eslava. Justo bajo nuestro balcón una pareja estalló en una riña de enamorados. Ella gritaba y él callaba. Sin darle tiempo a reaccionar la chica empujó al chico y lo tiró al río. El muchacho nadó como un perrillo para evitar que se hundiera el bolso que llevaba en bandolera y que la corriente había arrastrado. Lo rescató, humillado, subió chorreando al muelle y echó a correr detrás de su adorada, tratando de coger su mano y suplicando su perdón.

Fenghuang quiere decir Fénix en chino. Ha habido decenas de muertos y cientos de miles de evacuados. Con el carácter que tienen sus mujeres no tengo la menor duda de que este pueblo inundado sabrá renacer de sus cenizas y sus lodos.




miércoles, julio 16, 2014

EL TALLER


Cierto día de mi adolescencia pasé delante de uno de esos talleres desvencijados y decadentes en los que, poco a poco, la grasa va devorando a la luz hasta convertirlos en una gruta pastosa y  sombría.

Iba con Germanín, un medio pariente, cartagenero de origen y carácter, muy dado a las coñas en voz alta y a la risotada incontrolable. Al pasar ante el portón reparamos en que, sobre el foso de los mecánicos, la techumbre de escayola presentaba un boquete enorme, muestra inequívoca de un error de cálculo. A alguien se le había ido la mano al elevar con el gato hidráulico  un vehículo para hurgarle en las entrañas y practicarle una cesárea mecánica de emergencia. 
El agujero era aún más negro que la inmensidad oscura que lo rodeaba.

Nos parapetamos tras un burladero de madera gris en el que hacía ya años una mano torpe había escrito con una letra que pretendía ser de molde "Por fabor, no aparcar o abisamos grua". Asomamos las cabezas  al interior de aquel antro y empezamos a reír, a exagerar la risa con tal de joder más, señalando con un dedo insolente el destrozo que llevaba años sin reparar.
El mecánico salió de entre las sombras, limpiándose unas amenazantes manazas con una madeja de trapos. Eran unas manos rudas, de dedos amorcillados y se las veía tan fuertes que podrían estrangular niñatos gilipollas de dos en dos sin apenas esfuerzo. Nos gruñó algo incomprensible con una voz floreada de flema y espumarajo e hizo amago de lanzarnos una llave inglesa.

Mi compadre le plantó cara:

¡Oiga, mi perro es más que usted!

Metió las manos en el mono azul, nos miró con ojos nublados de derrota y se dio la vuelta.

La lengua de un hombre siempre sabe escoger la palabra que más hiere.

lunes, julio 14, 2014

POBRE DE MÍ


Pobre de mí. La verdad es que no me entero de nada.
Al parecer la policía foral Navarra anda loca tratando de identificar al individuo de rojo para sancionarlo con una multa que puede llegar a los 3.000 Euros. 
Según informan, este despreciable extranjero, (porque seguro que es un guiri), con su reprobable actitud estaba poniendo en riesgo la vida de los miles de paseantes que en esos momentos recorrían apaciblemente el casco histórico de Pamplona, tranquilamente leían el periódico,  admiraban la arquitectura en pendiente de la calle la Estafeta o hacían algo de footing para digerir la chistorra. 
Este vándalo temerario, con su incívico gesto estuvo a punto de deslumbrar a los viandantes con el fogonazo del flash, o de tropezar con alguno provocando una masacre colectiva; es más, aunque las imágenes no son determinantes, se sospecha que pisó a un señor de Tafalla que tuvo que ser atendido por las asistencias con pronóstico reservado. 
 La inefable Mariló Montero ha condenado con dureza desde su tribuna televisiva estos hechos con la repulsa que provocan entre la ciudadanía. San Fermín no se merece esto-- afirmó mientras se persignaba. El cronista oficial de la Villa confirma que no se habían vivido escenas de tanto riesgo en toda la historia de los encierros y que de repetirse esta manía perniciosa de fotografiarse habría que suspender los encierros para evitar males mayores. El arzobispo de Pamplona ha declarado que la fotografía es un arte del diablo y que si aún está por demostrar el que los negativos roben el alma de la persona fotografiada lo que es seguro es que el capotillo de San Fermín no funciona en modo flash. 

Los sanfermines son un bien de interés cultural irrenunciable. La televisión recoge todos los años los sesudos comentarios de pastores y ex-corredores que comentan las retransmisiones, engolan la voz para sentar cátedra sobre la forma correcta de enrollar un periódico, los estiramientos necesarios para mejorar la capacidad anaeróbica durante la carrera o la física aplicada a la adherencia de las zapatillas sobre el empedrado húmedo. Estas piezas maestras de la dialéctica enriquecen nuestro acervo cultural y amplían nuestros limitados horizontes intelectuales. Las universidades de medio mundo se disputan a estos ilustres conferenciantes.


 Los toros son unos animales nobles y bondadosos incapaces de hacer ningún daño a la gente que disfruta sanamente de la fiesta. Su presencia aporta el color necesario y lucen mucho en las camisetas de Kukuxumuxu. Que en los últimos años hayan dejado sin dientes, sin bazo, sin hígado, sin testículos, parapléjicos o sin vida a decenas de corredores son pequeñas minucias que no deslucen el esplendor de esa tradición tan nuestra que es el encierro. 
El que de verdad tiene peligro es el gilipollas de la foto.

domingo, julio 06, 2014

Pepiño el estraperlista.


Mi padre ahora vive entre brumas. 

Hace años, tantos que yo aún no había nacido, vivía en su pueblo natal; se dedicaba, entre otras muchas cosas, a construir radios, proyectar las películas del cine local y montar los equipos de música para las orquestas de las verbenas.

La gente en los años del hambre era muy ingenua con la tecnología, contemplaba las maravillas del mundo moderno con la fascinación de un niño pequeño. La radio era aún algo mágico, pocos tenían un receptor y su funcionamiento les parecía cosa de meigas. Es importante que retengáis este dato para entender esta historia.
También es importante que recordéis que por aquellos años nuestras aduanas estaban tan cerradas que el ejercicio del contrabando en Galicia estaba muy extendido y, aunque se trataba de una actividad ilegal castigada por la Justicia, era aceptada entre la población como un oficio más, una forma audaz de sobrevivir. El tercer dato a tener en cuenta es que vivíamos en una dictadura y la gente tenía mucho mucho miedo.

El caso es que mi padre tenía un amigo que siempre andaba metido en estos trapicheos. Nuestro Pazzos Senior se confabuló con unos amigos que llevaron a Pepiño el Estraperlista al salón de casa para escuchar la radio, con la excusa de que Franco había hecho una visita sorpresa al pueblo e iba a pronunciar un discurso desde el Ayuntamiento.
Escondido, desde la habitación contigua mi padre con un micrófono conectado a la radio empezó a imitar la voz de gallina aflautada del Generalísimo:

"Ferrolanos, vuestro Caudillo se siente felicísimo y orgulloso de visitar este hermoso pueblo lleno de gente tan noble y tan trabajadora. Todos sus habitantes sois españoles laboriosos, ¡todos menos uno! que en cada rebaño siempre hay una oveja negra. ¡Ese Pepiño de Perlío que se dedica al estraperlo es la vergüenza de este lugar! Ya hemos descubierto que ese criminal se enriquece con ese contrabando que tanto empobrece y desangra a nuestra sagrada Nación. He dado ordenes a la Guardia Civil para prenderlo y traerlo ante mi presencia".

El pobre Pepiño se quedó blanco como un muerto mirando a aquel altavoz. Y se habría tirado por la ventana para huir si sus amigos, descojonaos de la risa, no lo hubieran impedido. Cuando mi padre se asomó por la puerta para sumarse al cachondeo, estuvo a punto de estrangularlo con unas manos aún temblorosas.

Mi padre ahora vive entre brumas. Él, que toda su vida vivió entre bromas.

  

miércoles, julio 02, 2014

El pequeño gorrión.



Me habréis oído contar mil veces que no soporto a ese tipo de amantes de los animales que, en cuanto ven un gatito abandonado, se lo llevan a casa achuchándolo hasta la asfixia, lo fumigan, lo despiojan, le arrancan las uñas para que no les arruinen las cortinas, lo encierran de por vida en sus minúsculos apartamentos y lo que es peor de todo, lo castran sin compasión ( porque este tipo de gentes son muy de castrar). Además lo encierran con otras gatas esterilizadas sumando la tortura del deseo a la frustración de la impotencia . Entre todos estos felinicidas están contribuyendo a la extinción del gato callejero o, cuando menos, a acabar con la anárquica felicidad de estos seres libres.
Pues, aunque os parezca raro, en contra de mis costumbres (en contra de mis principios) esta mañana recogí a un bicho callejero.

Un pequeño gorrión, minúsculo y novatuelo en la cosa del volar, se estrellaba una y otra vez contra el cristal de mi oficina. Sabéis que la piedad no es uno de mis sentimientos favoritos, así que no creo que fuera la compasión lo que me movió al rescate; más bien sería una mezcla entre la curiosidad y la perplejidad que me producía tanta obcecación en suicidarse a cabezazos, algo insólito en un animal tan joven.

Así que salí de la oficina. No me costó mucho esfuerzo cazar al pequeño TopGun, porque ya os dije que él era retorpe volando y yo practico todo el día en el trabajo cazando moscas. El piolín aquel apenas me ocupaba medio puño y pesaba como grillo y medio. Fui de despacho en despacho para enseñarlo a mis compañeros de trabajo con la vana esperanza de que algún espíritu caritativo adoptase al gorrioncillo. Alguna de las chicas gritó porque, como me conocen, se pensaban que les iba a lanzar cualquier sabandija. Al fallar el plan de adopción me encontré en una situación un poco ridícula, con algo entre las manos que no puedes soltar pero que tienes que soltar. Uno de esos dilemas de la Humanidad cuya solución esta sólo al alcance de los los grandes hombres. 

Tengo un don, en ocasiones tengo la capacidad de tranquilizar a la gente que está a mi lado (otros dicen que los amuermo porque lo mío es contagioso). Transmito una especie de paz borreguil. Entre el paseo y el calor de mis manos, al pajarillo se le pasó el agitón, su cabeza tontiloca dejó de estremecerse y daba muestras de un cierto sosiego, se diría que hasta daba cabezadas; aflojé un poco la presión de mis dedos no fuera a a ser que lo que le fallara fuera el riego y lo estuviera dejando inconsciente. Cuando juzgué que estaba lo bastante sosegado para no volver a hacer el kamikaze y lo bastante espabilado para que no se lo llevaran de picnic las hormigas, lo solté en el minijardín frondoso que hay en la esquina. Confío en que si el camuflaje militar se le da un poco mejor que la acrobacia aérea, sabrá mantenerse entre el follaje a resguardo de las gaviotas carnívoras que, en este barrio, son bastante pterodáctilas y salvajunas. El pajarillo se despidió de mí con un leve aleteo como diciendo: "tendré que apañármelas yo solo, siesqueeé".

*        *       *

Esta caso verídico me recordó el viejo chiste de las tres moralejas: 
Un pajarillo migraba hacia el sur. Un brusco cambio de tiempo lo congeló. Hundido en la nieve, estaba a punto de morir pero una vaca soltó lastre justo encima. La bosta caliente derritió la nieve y recalentó al ave. Al ver como la sangre volvía a circular, el pajarillo comenzó a cantar eufórico. Un gato escuchó aquellos trinos que salían del estiércol, desenterró al bicho y se lo zampó de un bocado.

1ª Moraleja: Quien te llene de mierda no siempre te hará mal.
2ª Moraleja: No siempre el que te saca de la mierda lo hace por ayudarte
3ª Moraleja: Cuando la mierda te llegue hasta el cuello, no se te ocurra decir ni pío.