jueves, mayo 03, 2012

DESMEMORIAS DE UNA FASHION VICTIM II

GUERRA A LA VULGARIDAD




No me gusta comprar ropa. No lo soporto.

Quizás sea porque los mayores errores de mi vida los he cometido al salir de un probador, sobre todo debido a mi falta de carácter. No sé decir que no y siempre me compro lo primero que pruebo.

Mi primer gran error lo cometí alllaaaá en la lejana adolescencia encia encia encia.


 Descorro las cortinas después de una lucha agotadora para conseguir embutirme en unos pantalones de Travolta y le pregunto al dependiente :
   ¿Qué?¿qué tal?
El pobre hombre, abrazado a la percha,  me mira con ojillos de perro San Bernardo y balbucea, tratando de encontrar la menos descortés de las respuestas al contemplar aquella especie de morcilla matachana con patas.
   ¿Bi.....en?
  ¡ Cojonudo, ¿verdad? Ponme dos !
Porque yo jamás he devuelto una prenda después de habérmela probado. Sudo tanto en el vestidor que me da vergüenza devolver unos pantalones hechos un pingajo y no pasar por caja. Sudo tanto que, en El Cometa, cuando me veían entrar en probadores corrían a colocar una de esas señales amarillas de suelo mojado en la puerta. Y echaban serrín en el suelo.

Nunca debí comprar aquellos pantalones de Travolta. Porque los que usaban en Grease debían de ser de cuero de vacuno de Oklahoma o quéséyó, de yak del Himalaya. Pero los de El Cometa los hacían de algo parecido al plexiglás. Y el plexiglás tiene un defecto:  Que no transpira. Y el no transpirar tiene una consecuencia: Que no se filtran los pedos...
O sea que, inocente de tí, vas a celebrar tan buena compra y las prometedoras posibilidades de refregar cebolleta en la discoteca El Oasis gracias a  tu nuevo atuendo y te metes entre pecho y espalda una fabada espectacular. Al entrar en la discoteca te miras en uno de sus miles de espejos para despedirte por última vez de tu virginidad. Chequeas: Gomina en el pelo, peine en el bolsillo trasero, gafas de espejo y un cinturón de hebilla de calavera de lo más molón que mantiene los pantalones en su sitio, bien altos, para que luzca bien la mercancia. Pruebas a quitarte las gafas rajando patilla y mordiendo con intención las Rayban. ¡Perfecto!
 La fabada, mientras permanece entre pecho y espalda se comporta y guarda la compostura: Progresa adecuadamente. Pero en cuanto abandonan el torso  las díscolas habichuelas empiezan a alborotarse y a pelearse con el resto del compango. Pierden los modales y las formas de urbanidad: Cero en conducta.
Nadie oye nada porque los altavoces atronan y camuflan cualquier ruido. Tampoco nadie se huele nada de lo que está pasando porque el cinturón de calavera, abrochado hasta el último remache, garantiza la estanqueidad del conjunto. Pero entonces, en los pantalones que estaban tan monos y ceñiditos se forma un bulto sospechoso e itinerante, como si un hámster se paseara entre tu piel y la tela de la prenda. Y luego se forma otro hámster que empieza a corretear por la pata p'abajo. Y luego un montón seguido que ya parecen una manada de lemmings despeñándose por tus perneras. Y llega un momento en que, en su loca carrera se van juntando todos en torno a tus piernas y, de cintura para abajo, empiezas a parecer el muñeco de Michelin, pero en negro.
La gente empieza a mirar para tí, pero tú no eres todavía consciente de la situación. Y como te miran todos, tú te creces, y te pones a hacer el moñas en medio de la pista de baile cada vez más convencido de que esa noche pillas cacho. El pincha desde la cabina empieza a alucinar contigo  y el muy cabrón pone el disco de Grease. ¡Para qué quieres más! Te pones como loco a cantar  en falsete ¡Gryslaytin uoo Gryslaytin!  acompañado de la correspondiente coreografía: barrido horizontal de brazo con el dedo apuntando al personal, meneíto de cadera, pliegue del codo con doble tirada de la cadena de la cisterna y repetir en sentido inverso. Para dar más ambiente la pista empieza a llenarse de humo, la gente forma corro alrededor tuyo y te acompaña con palmas desacompasadas. Ojalá estuviera el Fradejas en la disco porque te seleccionaba fijo para La juventud baila. En pleno delirio te subes a una mesa llena de destornilladores y copas de Pilé 43 y rompes unas cuantas. Te deslizas sobre el cristal con tus zapatitos de chúpamelapunta. La vanidad y el metano se te han subido a la cabeza. Estás a punto de alcanzar el éxtasis cuando a un hijoputa al que le has tirado el cubata se le ocurre arrimar la llama de un mechero Bic a tu culo.

La policia le echó después la culpa al terrorismo. Unos que sí Eta, otros que si el Grapo. No, de AlQaeda no hablaban que de aquella el único moro que andaba por ahí era el que vendía hachís en los lavabos. El caso es que de El Oasis no quedaron ni los escombros y ahora en el solar van a construir un Hipercor. A mi me reconstruyeron como pudieron en la Casa de Socorro, Lo que más les costó a los cirujanos fue separar mi piel requemada de una extraña sustancia negra que se había adherido a mis muslos. No salían de su asombro.


 


19 comentarios:

  1. Jjajajajaja!! tú no estás bien de la cabeza, pero eres el mejor contando historias desmesuradas!! con tanta gracia! Iba a decirte que chulísimo el anuncio... pero madre mía, una leche "pal" auncio después de leerte el texto: qué grande! cómo me l he podido imaginar! Ereesss bueno, tíoooo!!!

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  2. Señorita Sunshine, el anuncio del Pilé 43 es una pasada con ese look de comic poppie tan Barbarella pero, y que decir del sabor. Tú te bebes un Licor 43 a palo seco y alucinas hasta el día del Juicio.

    Mi hermano mayor se ganó una botella de Pilé 43 bailando en la superexclusiva discoteca Danes y estamos muy orgullosos de él en la familia por esta hazaña. Para que luego digan por ahí que los Pazzos hemos nacido todos con dos pies izquierdos.

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  3. Hosti Pazzos, eres la polla!!
    Lo que me he reído, ay mamá, qué risamarialuisa!!

    ¿Sabesa lo peor de todo? Es que realmente, haberlos así, como el tal pazzos al que parodias, los hay. Y los has emulado a la perfección.

    Cuando vengas por mi tierra, por favor, cálzate unos pantalones de marcapaquete, de cintura ancha y de medio lao... ¿cargas izquierda o derecha?

    Ay, que me meo...

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  4. Jajajajjajajajajajjajajajajajajaa.

    ¡¡ Me encanta!!!!!

    Es como estar viendo a Ross ( el de friends), en aquel capítulo con los pantalones de cuero, despue´s de haberse comido una fabadilla litoral.

    Dé gracias a que todo era gaseoso, si hubiese habido algo liquidillo por las perneras, es la primera vez que habríamos oido hablar de armas químicas en la península.

    Me mondo!!!!!

    Me ha encantado Muas!!!!

    (pilé 43, es licor 43???) De eso bebía yo.

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  5. flower, no te preocupes que en las grandes ocasiones siempre luzco las mejores galas que para eso me compre el chándal Adidas Torero
    en China.
    Siempre bien calzado a la izquierda con una buena panoya de maíz para hacer más bulto.

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  6. Blogboreta, esta entrada está inspirada (aunque debido al tema es mejor no inspirar mucho) en una frase, una sola frase, de un capítulo de "2 hombres y medio". Tengo ganas de ver ese capítulo de Friends que mencionas porque no ví la serie cuando la echaron y ahora disfruto cuando la reponen, los guionistas de la serie son unos genios.
    El pilé era Licor 43 con hielo frappé. Lo raro es que sigas viva después de haber bebido un veneno así. Ahora entiendo mejor porqué escribes como escribes...

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  7. Es usted adorable :) :*

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  8. Lo que me he reido. Los que ya tenemos una edad recordamos aquella cutredad con cierta nostalgia. Se que "El Cometa" hace mucho que lo convirtiero en pisos, supongo carísimos pero es cierto que van a aprovechar el solar del Oasis para un Hipercor? Como puedes ver no me entero de nada, y así me va...

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  9. Blogboreta, voy a tener que comprarme un traductor de emoticonos porque no sé que has querido decir con el tuyo.

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  10. koolau, no le des más vueltas, en esta historia el pasado del Oasis es tan falso como su futuro. De hecho en la primera versión de la historia el Oásis era El Jardín y lo cambié sólo porque el nombre era más bonito. Tampoco me extrañaría que el Oasis acabase siendo un Hipercor y mi relato profético porque por parte de mi madre emparento con Nostradamus.

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  11. Jajajaja, tronchante. Con perdón, porque debió de ser muy doloroso.

    Recuerdo la noticia en "el parte".
    Menos mal que ahora los pantalones de plexiglas vienen con una advertencia y una calavera dibujada.
    Ay, la juventud...

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  12. Adoro tus relatos!!
    Buen finde Pazzos :))

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  13. Hombre Revenido, los pantalones de plexiglás de ahora vienen todos con válvula de seguridad que los fabricantes no ganaban para demandas.

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  14. Montse, buen finde para vosotros también. Un día de estos he de subir a veros para haceros una proposición indecente a tí y a tu amiga Jessica ¿o era Yashica? Ya hablaremos. Un abrazo.

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  15. jajajajjjaja, mira Pazzos espero en la próxima entrada que no tenga que traerme un paquete de clinex(una que es fisna).Desde que he comenzado a leerte hasta el final no he parado de reirme.Es el mejor regalo del día de la madre.-Con decirte que han acudido toda la familia porque llevo un rato desternillándome con este relato!.

    Que pena que no te dedique a escribir guiones surrealistas(si es que no lo haces ya...jajaja)

    Que gracioso eres condenado!

    Un saludo.

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  16. ..y lo del licor 43 que recuerdos mon Dieu.Tenía un color amarillo intenso y era muy fuerte de sabor.Es que yo me acuerdo verlo en casa para las visitas y de eso hace ya una jarta...

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  17. Bertha, efectivamente en todos los mueble-bar de España había una botella de Licor 43 que como no había quien se lo bebiera se le ofrecía a las visitas por ver si había forma de deshacerse del ponzoñoso brebaje. Pero ni por estas. Después de muchos años aquel líquido dulzón cristalizaba en el tapón y no había forma de abrirla por muchas palmadas que le dieras al culo de la botella.

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  18. Ya se sabe, para estar guapo hay que sufrir... Aunque lo tuyo ha sido demasiado sufrimiento. Lo raro es que no salieras volando con tanto gas acumulado.
    Saludos.

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  19. Elvis, no salí volando porque el cinturón de calaveras me servía de lastre que si llego a usar tirantes salgo volando como un dirigible.

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