En el cementerio de Praga, junto a mi tumba, crece una pequeña mata de fresas salvajes. Las turistas más osadas y golosas se agachan para robar los deliciosos frutos. Por un instante disfruto con la cercanía de sus piernas.
A ellas les durará un segundo el placer en la boca. Yo tendré que paladearlo hasta la próxima primavera.
Agradecido me esfuerzo en corromperme un poco más para conseguir una mejor cosecha el año que viene.
A ellas les durará un segundo el placer en la boca. Yo tendré que paladearlo hasta la próxima primavera.
Agradecido me esfuerzo en corromperme un poco más para conseguir una mejor cosecha el año que viene.